
La Estatua de la Libertad se ve desde el ferry de Staten Island en la ciudad de Nueva York. Reuters
Los europeos y los canadienses ya dejan de viajar a EEUU: "En solo dos meses Trump ha destruido la reputación del país"
El Departamento de Comercio registra una caída del 17% en el número de visitantes procedentes de Europa en las últimas semanas. Una cifra que, en el caso de países como Alemania, roza el 30%. La industria turística estadounidense supone un 2,5% de su PIB.
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El futuro pinta gris tirando a negro para Marco Jahn, el presidente de una empresa destinada a la creación de paquetes vacacionales ubicada en California llamada New World Travel. ¿El problema? El descenso en reservas turísticas registrado durante el último par de meses. Jahn lo sitúa entre el 20% y el 50% dependiendo del mercado de origen, aunque la peor cifra se la lleva Escandinavia. Algo que Jahn atribuye a las declaraciones realizadas por Donald Trump en torno a Groenlandia; un territorio autónomo vinculado a Dinamarca que ha dicho querer anexionarse.
“Estados Unidos ya no se percibe como un destino acogedor”, le explicaba hace unos días Jahn a la agencia Associated Press. Lejos de ser un ejemplo anecdótico, los datos que maneja New World Travel casan con los que acaba de publicar la Oficina Nacional de Viajes y Turismo de Estados Unidos (NTTO, por sus siglas en inglés). Una agencia enmarcada en el Departamento de Comercio destinada a rastrear las estadísticas relacionadas con la industria turística. Según la NTTO, el número de europeos que visitaron Estados Unidos el pasado marzo cayó un 17% en relación al mes de marzo del 2024.
A la cuestión de los principios –no querer visitar un país cuyo líder desprecia la soberanía del propio– se suma el miedo a lo que pueda ocurrir al pisar el aeropuerto de destino o durante la estancia en el país. “La frontera no parece muy segura”, le explicaba una artista llamada Gloria Sync, residente en Nottingham, al Financial Times tras cancelar un viaje que tenía previsto realizar en mayo a San Francisco. Por su parte Sébastien Bazin, consejero delegado del gigante hotelero francés Accor, confirmó ante los micrófonos de Bloomberg que lo que está ocurriendo en los puntos de entrada a Estados Unidos ha generado un “mal ambiente” que predispone al turista potencial a escoger otro destino.
Precisamente, los gobiernos de los dos mayores mercados de Estados Unidos en lo que a turismo europeo se refiere, el Reino Unido y Alemania, han emitido advertencias a la hora de viajar a la primera potencia del mundo ante el riesgo, cada vez más elevado, de tener problemas con las autoridades de inmigración estadounidenses. Los visitantes procedentes del Reino Unido han caído un 15% y los de Alemania un 29%.
En la mente de muchos se encuentra el caso del científico francés al que se le negó la entrada al país el mes pasado por tener mensajes críticos con Trump en su teléfono móvil. El investigador, que tenía previsto asistir a una conferencia en nombre del Centro Nacional para la Investigación Científica, uno de los centros de investigación más prestigiosos de Francia, fue enviado de vuelta a Europa tras ser acusado de haber expresado “odio hacia Trump” y de haber mantenido conversaciones privadas que podrían “describirse como terrorismo”.
“En solo dos meses Trump ha destruido la reputación de Estados Unidos”, explicaba Paul English, cofundador del portal de viajes Kayak, al Financial Times. “Esto no solo supone un golpe terrible para la economía estadounidense sino que también representa un daño en materia de prestigio que podría costar varias generaciones reparar”.
A modo de contexto, conviene recordar que el turismo representa un 2,5% del PIB de Estados Unidos y que, según la Administración de Comercio Internacional, otra de las agencias enmarcadas en el Departamento de Comercio, el año pasado los visitantes extranjeros se dejaron 253.000 millones de dólares durante sus viajes al país.
El enfado de los canadienses
Con todo, para la industria turística estadounidense hay un dato todavía más preocupante que el del viejo continente: el que procede de Canadá. Un país que aporta el 25% de todo el turismo que recibe la primera economía del mundo. Según los datos obtenidos por la revista Forbes, en marzo el número de canadienses que cruzaron la frontera terrestre con Estados Unidos cayó un 32% en relación a marzo del 2024. En cuanto a los canadienses que prefieren trasladarse al vecino del sur por vía aérea, su número descendió un 13,5% en el mismo periodo.
A esos números hay que sumar la tendencia, y es que marzo fue el tercer mes consecutivo de caída en el número de viajeros procedentes de Canadá. Algo que en diciembre se consideraba inimaginable a juzgar por las predicciones realizadas entonces desde la consultora Tourism Economics, que preveía un aumento del 9% en el número de turistas visitando Estados Unidos en 2025. O desde la propia NTTO, que vaticinaba “un incremento continuado desde los principales mercados a lo largo del 2025”.
La Asociación de Viajes de Estados Unidos –una suerte de patronal del sector– ha dicho que una reducción del 10% en el turismo canadiense podría traducirse en una pérdida superior a 2.000 millones de dólares que, a su vez, pondrá en riesgo unos 150.000 puestos de trabajo solo en Estados Unidos. Según esta ecuación, una caída del 30% podría traducirse en más de 6.000 millones de dólares perdidos situando, así, medio millón de empleos en el limbo. Por poner esas cifras en perspectiva: el año pasado el turismo canadiense dejó 20.500 millones de dólares en las arcas del país.
Un caso paradigmático sería el de Ian Urquhart, un profesor de la Universidad de Alberta que tenía previsto viajar a Las Vegas durante una semana para ver en concierto a la banda de rock Coldplay. Urquhart le explicaba a los reporteros de Associated Press que ha cancelado su viaje –perdiendo un depósito de 500 dólares en el proceso– debido al “tono increíblemente despectivo” empleado por Trump al referirse a Canadá.

El primer ministro de Canadá , Mark Carney, visita el Astillero Irving como parte de su gira de campaña electoral del Partido Liberal en Halifax.. Reuters
El académico también ha querido aclarar que él no es una excepción. Sin ir más lejos –continuaba explicando– una de sus hijas, por un lado, y su cuñado, por el otro, han cancelado sendos viajes al estado de Arizona por el mismo motivo. “No hemos tomado esas decisiones con alegría, pero es una de las pocas maneras que tenemos de expresar nuestra opinión sobre el acoso que su presidente está practicando con Canadá”, sentenció.
A ese descenso del turismo procedente del vecino del norte hay que sumar el de todos aquellos canadienses que contaban con una segunda residencia en Estados Unidos –Florida y Arizona solían ser los lugares más codiciados– y la han vendido en las últimas semanas.
Aunque no parecen existir porcentajes al respecto, empresas como Altro LLP, que presta servicio en operaciones inmobiliarias transfronterizas, dicen que nunca se había visto tanto canadiense queriendo vender su casa. David Altro, uno de los socios de Altro LLP, le contaba al Wall Street Journal que antes solía recibir llamadas de unos dos o como mucho tres clientes canadienses a la semana que bien habían vendido o bien querían vender su casa en Estados Unidos. “Sin embargo, en los últimos dos meses esa cifra ha aumentado a entre 20 y 30 por semana”, afirma.
Los ciudadanos de Canadá tienen varios motivos para querer poner distancia con Estados Unidos. En primer lugar, tal y como manifestaba Urquhart, se encuentran las declaraciones que Trump ha hecho sobre su país. Referirse a él como “el estado número 51” de la unión o tildar a sus habitantes de gorrones. Algo que enfada a muchos. En segundo lugar, está la cuestión económica: a fin de cuentas, el dólar canadiense se ha debilitado mucho frente al dólar estadounidense (en enero alcanzó su nivel más bajo de las últimas dos décadas) y eso ha hecho que sea más caro para los canadienses pagar las cuotas de las asociaciones de propietarios, los seguros y los impuestos a la propiedad en Estados Unidos.
También está la inseguridad jurídica. O como dice Nathalie Mancuso, una maestra de primaria que acaba de vender su apartamento vacacional de Florida por 235.000 dólares, el miedo a que Trump penalice de alguna manera a los canadienses que tengan propiedades en Estados Unidos. Por último, se encuentra la sensación de no sentirse bienvenido por muchos estadounidenses (cabe recordar que en las elecciones del 2024 tanto Florida y Arizona se decantaron por Trump).
El mercado doméstico también sufre
Pero las malas noticias no solo vienen de fuera. Según expertos del sector consultados por EL ESPAÑOL los viajes dentro de Estados Unidos también parecen estar cayendo.
En el mercado doméstico el principal factor, dicen estas fuentes, sería económico y estaría motivado tanto por el aumento de los precios en las estanterías del supermercado –caso de los huevos, del zumo de naranja, de los aguacates o del café– como por las decenas de miles de despidos llevados a cabo entre el funcionariado estadounidense.
Una tendencia que ya anticipó el consejero delegado de United Airlines, Scott Kirby, durante una conferencia celebrada hace varias semanas. “Hemos observado una debilidad en el sector gubernamental y en algunos destinos de ocio de bajo consumo”, comentó entonces Kirby antes de añadir que no eran datos demasiado sorprendentes teniendo en cuenta las decisiones que se estaban adoptando desde la Casa Blanca. Una alusión bastante clara a los recortes implantados por el Departamento de Eficiencia Gubernamental, o DOGE, comandado por el multimillonario Elon Musk con el beneplácito de Trump.
“En general los hogares más ricos siguen gastando, mientras que las personas de ingresos medios y bajos se muestran reacias a los precios y acumulan deudas”, comentaba, por su parte, el analista Andrew Keshner en el portal financiero MarketWatch.

Europa Press
España: ¿una de las grandes beneficiadas?
Cada vez que un destino turístico entra en crisis los ‘sospechosos habituales’ del viejo continente –España, Italia, Francia, Grecia, Portugal…– levantan la vista. A ver cuánto de lo que pierde el país que sufre las turbulencias termina en sus playas, museos, hoteles, restaurantes y monumentos.
Aunque todavía es pronto para arrojar cifras contundentes Jordi Hereu, el ministro de Industria y Turismo, ha estimado que al cierre de abril serán 15 los millones de turistas extranjeros que habrán visitado España desde el primero de marzo. O lo que es lo mismo: un 9% más que el año pasado. Asimismo, Hereu ha dicho que se prevé un aumento del gasto turístico del 13% y que este roce, así, los 20.000 millones de euros.
El optimismo de Hereu se ha visto parcialmente reflejado en los datos que la confederación hotelera CEHAT ha elaborado sobre las reservas de Semana Santa. El sector, según cuenta el diario malagueño Sur, maneja predicciones bastante positivas para este período gracias a una temporada de invierno que ha ido especialmente bien. Que ha cosechado, en fin, unos ingresos un 3,4% superiores a los del 2024.
Son cifras que se dan pese a la inflación. Y es que, según los datos del INE, en febrero el precio medio de una habitación de hotel en España fue de 112,50 euros por noche; un 5% más que en febrero del 2024, un año que ya supuso un récord. La explicación parece encontrarse, precisamente, en ese incremento de visitantes extranjeros. Un aumento que ha conseguido paliar el frenazo sufrido por el turismo nacional debido, claro, a los precios.