Albert Boadella (Barcelona, 1943) es uno de nuestros dramaturgos más míticos, más rebeldes, más impenitentes. Nos mira y nos hace una foto con sus ojos avellanados y clarísimos, clavados bajo esas dos cejas blancas, como de sabio bromista, como de médium político, como de científico loco o poeta romántico o juglar satírico. Es tan listo, Albert, es tan vivaz y tan enjuto que parece un duende saltando por los aposentos de los Teatros del Canal.
Es una criatura enganchada a la belleza del mundo. Se debate entre la rabia y el humor. A veces se ríe solo de su propia y resulta contagioso. Me acabo riendo con él, con su risa de niño gamberro que acaba de incendiar el coche de su padre. Todo lo blanquea, todo lo hace liviano aun desde su vasta cultura, todo lo convierte en tintineante.
Fue el muchacho insurgente de Els Joglars, parodió lo que encontró, hizo trajes a medida con su verbo y con su escena, disparó satíricamente a todo poder y a toda Iglesia. Lo mismo le ha dado siempre Franco que Jordi Pujol. Conoce el oficio de pensar, y eso es una guerra que dura toda la vida. Contra todos. No ha parado de maquinar.
Le gustan los toros y el amor. Le gusta tener enemigos: ellos fijan la altura que uno tiene. Le gusta ir a la contra y meter los diez dedos de golpe en el ojo de España. Ahora presenta Ella, un drama lírico sobre una mujer que ha sido violada y que pone sobre la mesa su capacidad de reconstrucción, de no definirse únicamente por el trauma, de volver a caminar por el ancho mundo. Y de volver a ser feliz.
‘Ella’. ¿De dónde, el germen?
La idea surge de la soprano con la que trabajado siempre, María Rey-Joly: ella quería introducirse en este tema a través de la música, de las canciones, y elaboramos un guion. Lo que más nos interesaba era la restauración de la mujer frente a un trauma como es la violación, más que concentrarnos en el hecho en sí, que también aparece. Vemos cómo lucha por recuperar la normalidad, el ánimo, el optimismo… y eso es a través de canciones especialmente de compositores de la primera mitad del siglo XX. Son canciones, que se diferencian del aria de la ópera porque en sí mismas empiezan y acaban en un tema, y eso nos funcionaba.
¿Qué ha aprendido de las mujeres desde que era niño hasta ahora?
He aprendido, naturalmente, muchísimas cosas, porque he convivido y convivo con una mujer desde hace 50 años, con lo cual diríamos que tengo un conocimiento profundo. He tenido hijas y tuve una madre. Lo que sucede con la mujer es que su conocimientos siempre es tardío. Cuando uno es joven las diferencias entre mujer y hombre se sienten muy profundas. No me refiero a las costumbres ni a las cosas corrientes, sino a distancias profundas y al mismo tiempo, enseñanzas extraordinarias.

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Las mujeres, como planteo aquí, tienen una resistencia colosal ante momentos trágicos y difíciles, ante enfermedades, una resistencia mucho mayor que la del género masculino. Te pongo un ejemplo: ante la muerte de uno de los cónyuges, que han pasado muchos años juntos, el hombre se queda completamente desorientado, queda, incluso, digamos, descontrolado, y la mujer aguanta mejor la soledad. El hombre enseguida, si tiene cierta juventud, se pone a mirar alrededor a ver si encuentra otra persona. La mujer no. La mujer se lleva mejor consigo misma y resiste con mayor entereza.
¿Qué más diferencias se le ocurren entre hombres y mujeres?
El hombre tiene una mirada obsesiva sobre la cosa. La mujer tiene unos ámbitos más amplios en la mirada. Mira en 360 grados, mira de verdad a su alrededor, y el hombre tiene un ángulo de visión y de concentración más reducido. Estamos viendo los estudios: las mujeres estudian más y mejor, tienen más capacidades.
"Las mujeres tienen más resistencia, estudian más y mejor que los hombres, tienen más capacidades"
¿Cómo es la sensualidad y la sexualidad de una mujer?
Me da pudor reflexionar sobre esto porque no puedo evitar poner como ejemplo a mi compañera. Es evidente que hombres y mujeres somos distintos en el sexo, lo hemos sido durante milenios. El hombre ataca. Es aquel dicho tan famoso de “el hombre es fuego, la mujer estopa, viene el diablo y sopla” (ríe). Tiene parte de razón. La iniciativa, la primacía… son masculinas. Eso no quiere decir que el ataque femenino no exista, sino que es más sutil, no es tan directo ni tan brutal. En fin, eso ahora es difícil de establecer porque ha entrado una costumbre… ¡un ciclo…!, en el que la mujer ataca masculinamente al hombre en el sexo. Y, curiosamente, el hombre se siente despistado.
¿No quería eso el hombre, al cabo? ¿No quería un sexo más accesible?
Yo creo que finalmente hay un rol que tiene que ver con los instintos puros, con los instintos primarios. Hay un rol que el hombre ha ejercido y que en el momento en el que cambia, el hombre se empieza a plantear qué tiene que hacer, le han cambiado la jugada. El juego de la seducción. El proceso. Quizás ya ni hay proceso, ¿no? El proceso es muy corto en general: en una discoteca, el uno mira al otro y vamos a la cama. Eso es una cosa más de funcionalidad fisiológica que de cualquier elemento que tenga que ver con la seducción, con el interés del uno por el otro. El sexo de ahora es un sexo con muy poca poesía.
¿En qué se diferencian la libido del hombre y la de la mujer? Quiero decir: ¿es cierto eso de que el hombre es más hambriento y quiere tener más recurrencia sexual y más parejas sexuales, o es una idea arcaica?
Oh, sí que sus libidos son distintas. No te digo que para el hombre el sexo sea el 100% de la vida, pero casi, tiene unas cotas muy altas para él, salvo que esté concentrado en otras cosas muy importantes. Para un hombre corriente, que tiene un trabajo normal, 8 horas en una oficina… para ese hombre el sexo tiene cotas muy altas, que llegan incluso a casos extremos. A parafilias. Mira el caso que hemos visto en Francia con el hombre que violaba con otros hombres a su mujer drogada, dormida.
"Es imposible que una mujer viole con otras mujeres a su marido drogado: esas atrocidades sólo las hacen los hombres"
Esa atrocidad sólo es posible que la haga un hombre. No existe una mujer que haya hecho cosas parecidas. Ni en la historia, vamos. Quiero decir que, en su obsesión por el sexo, el hombre llega a esas deformaciones. Eso no quiere decir que la mujer no tenga una enorme fogosidad, pero no es violenta. Estamos hechos fisiológicamente así, aunque el mundo siempre sea pendular, y en este momento estemos en el otro lado del péndulo.

Albert Boadella.
¿Por qué un hombre viola a una mujer, en sentido profundo, más allá de porque es rechazado sexualmente por ella?
Hay una parte que está dentro de lo que es el instinto. A un hombre con una mujer lo que le gustaría es no tener barreras. El hombre que no tiene control mental, que no tiene ninguna empatía por los demás, ataca de esta forma, de una forma brutal. ¿Eso quiere decir que todo hombre es un violador en potencia?
No, no es verdad, porque a mí no se me ha ocurrido nunca, ni se me ha pasado por la cabeza. Un ejemplo un poco cómico: he pensado muchas veces en esos hombres de la prehistoria que seguramente eran violadores, pero que violaban a mujeres que de un guantazo que les metían les podían dejar descompuestos, porque la fuerza femenina debía ser distinta. En fin, la violación es una patología, no una parafilia.
¿Qué opinión le merece el feminismo institucional moderno y la figura de Irene Montero, que ha generado tantas polémicas con la ley del sólo sí es sí, que ha acabado liberando antes de tiempo a violadores?
En este movimiento yo veo una parte vejatoria e insultante hacia la mujer. Tratan a la mujer como si fuera una débil mental, como si fuera incapaz de reaccionar. Hay un proteccionismo insultante. Incluso en la propia paridad, ¿eh? Hay aspectos de la paridad que son fantásticos, sólo faltaba que por el mismo trabajo el hombre y la mujer tuvieran distintos sueldos, ¿no? Eso lo he defendido desde siempre y cualquier cosa que no sea eso es una barbaridad.
"La izquierda ha perdido el sentido común: que un beso como el de Rubiales llegue a juicio es una barbaridad. Sólo es un señor con mala educación"
Pero el hecho de que impongan el mismo número de directoras y de directores, o de autoras y de autores… eso me parece absolutamente vejatorio hacia la mujer. Si una mujer entra por paridad a dirigir un teatro, suponte, nunca sabrás si era por sus méritos o por unas normas que lo exigen, y en todo caso, la deslucen. Eso es perjudicial. Y también en el sentido sentimental. Yo veo a chicos jóvenes, incluso a mis propios nietos, que tienen miedo a las mujeres y se dicen “no te comprometas, porque si te comprometes puedes tiene problemas y salir perdiendo”. Se ha creado una mala relación entre los dos sexos y eso es triste.

Albert Boadella.
Y ahora se ha descubierto que Podemos encubría denuncias por violencia sexual a Monedero… ¿la izquierda ha perdido la legitimidad para erigirse bastión el feminismo?
Lo que ha perdido la izquierda es el sentido común. Hemos vivido estos días la historia de un juicio por un beso. Un beso robado. Nosotros de jóvenes lo llamábamos así, beso robado, y yo robé muchísimos cuando era un niño… te gustaba una niña, ibas allí, y pum, le dabas un beso, no en los labios, en la frente o en la mejilla, y empezabas a correr… con, no sé, 12 años. El hecho de que un beso como el de Rubiales llegue a juicio me parece una barbaridad. Me parece una pérdida del sentido esencial de cada cosa. De la proporción. Es un ámbito eufórico, y desde luego Rubiales tiene muy mala educación, lo que hacho es reprobable estética y éticamente, sin duda, pero, ¿juzgarle penalmente? Está fuera de lugar. Haber legislado sobre estas cosas es el error. Ya no es problema de los jueces. No se ha hecho con cuidado.
Usted ha sido vetado y fustigado tanto por el franquismo como por el independentismo catalán. ¿Quién le ha jodido más y mejor?
Peor que el hostigamiento del franquismo ha sido el de mi propia tierra, la tierra en la que nací. Era un territorio donde yo me sentía bien, como nos pasa a casi todos, ¿no? Naces allí, tienes tu familia, tus amigos, tus paisajes… lo que has visto cuando eres niño. Y… ¿que esto acabe siendo para mí lo que ha acabado siendo? Es una decadencia tan evidente, tan desagradable.
"El señor Sánchez toma sus decisiones basándose en un delincuente como el señor Puigdemont y duerme perfectamente ocho o diez horas por las noches"
Para mí ha sido sin ninguna duda lo que más me ha dolido. En el 75, cuando murió Franco, no podía imaginarme que la dirección de Cataluña iba a ser ésta. Todo lo contrario: pensé que Cataluña participaría muy profundamente en la evolución de España hacia la democracia, hacia la cultura, hacia todo. No en todo lo contrario. Cataluña hoy es un lastre para España, es un inconveniente constante sobre la política española, una espina clavada en el centro de nuestras decisiones políticas.
Esta semana, Junts le ha retirado la cuestión de confianza a Sánchez… y Sánchez ha condonado 17.000 millones de deuda a Cataluña y le ha concedido 25.000 ‘mossos’. ¿Qué imagen tiene del presidente ahora mismo?
El señor Sánchez toma sus decisiones basándose en un delincuente, que es el señor Puigdemont, con eso te lo digo todo. En esto Cataluña tiene una gran responsabilidad, porque es una minoría la que maneja España. Es decir, hay una mayoría de catalanes que no está de acuerdo con la independencia, pero es la minoría la que se impone. La irresponsabilidad de Cataluña es mantenerse en silencio y no votar a quien tendría que votar, o no votar, y las consecuencias son éstas. Sánchez es un caso insólito, es alguien que toma las riendas políticas de una nación pero lo último que piensa es en la nación.
Es un superviviente, sólo piensa en él. No le importa nada un comino y duerme perfectamente ocho o diez horas. Tiene algo patológico. Eso traerá consecuencias graves para España, no sólo por él, sino porque los que vengan detrás de él no se atreverán a cambiar las líneas rojas que él ha sobrepasado. Ya no hay marcha atrás. Como la forma en la que se ha tratado al poder judicial desde el propio Gobierno. Si hay un fiscal general que tenga problemas… aguantará hasta que salga condenado… aquí nadie dimite ni nada. No cambiarán esas líneas rojas.

Albert Boadella.
Hace no tanto estrenó usted ‘El rey que fue’, un montaje en clave cómica sobre la figura de Juan Carlos I. ¿Qué opinión le merecen Felipe y Letizia? ¿Algún día tendrán su propio retrato en las tablas?
Con Felipe hemos tenido suerte. La monarquía siempre tiene un problema, y es el problema de la herencia, que los reyes nos pueden salir más listos o más tontos y el país tiene que aguantarlos. Felipe es un hombre sensato, inteligente, bien preparado, menos dado a las pasiones que sus adre. Juan Carlos… en fin, también tenemos que tener en cuenta la vida que pasó. A los 10 años lo hacen aterrizar en España, un país que ni conoce, y queda bajo 27 años bajo la tutela de un dictador, con todo lo que eso supone y representa. Hay que pensar en lo que fue la infancia y la juventud de Juan Carlos I. Hay que mirarle con ecuanimidad.
"Letizia es una española normal y corriente. Acompaña bien. Pero una reina no es una modelo: está muy preocupada por el vestuario y las modas, eso es algo a vigilar"
¿Letizia? Bueno, es una mujer que no ha sido entrenada en el mundo de la monarquía, es una española normal y corriente. Está bien. Acompaña bien. Está muy preocupada por las modas, por el vestuario, cosa que a mí me parece excesiva, es algo a vigilar, porque una reina no es una modelo, es otra cosa distinta. Está bien. Es una mujer inteligente o al menos no da muestras de lo contrario.
¿Qué hay de Leonor?
Leonor es la mujer menos libre de España. Porque ya tiene todo programado, y eso los españoles tenemos que pensarlo siempre. No se puede salir del guion, es algo terrible, es un peso tremendo, un gran sacrificio. Cuando la veo encaramarse a un barco, pienso “pobre chica, no querría estar aquí”… no tiene más remedio. Para mí es una tragedia personal.

Albert Boadella.
¿Dónde está nuestro ministro de Cultura, el señor Urtasun? ¿Le conoce?
Le conozco por algunos hechos deplorables. Por ejemplo, por la historia taurina. En España, el ministerio de cultura incluye el de toros y los toros son un bien cultural, pero el ministro va en contra de ellos… ¿qué es esto? Ya se ve claramente qué ministro de cultura tenemos. Tiene una actitud que no es ni democrática. Se salta las condiciones del propio ministerio. Es el colmo. Y ya no digamos con la historia de querer poner orden con lo que es de España y de fuera de España en los museos… esto es una lucha absurda, inservible, estéril totalmente. Es muy complicado hacer estas cosas, y sólo trae desastre y malos rollos.
Claro que hay cosas que han sido directamente robadas en los museos, y muchas veces de malas maneras, pero juzgar el pasado es un deporte de alto riesgo. Ese juicio tiene que ser muy científico, enormemente científico, y nada sentimental, porque no estamos en condiciones de saber profundamente qué pensaba una persona hace tan sólo 80 años. Y por tanto, esos juicios sobre el pasado, a mi entender, son totalmente descalabrados. Es un ministro de Cultura malísimo, porque está en su puesto por la política y no por la cultura. Está por cuota. Aquí tenemos un caso de cuota masculina.