
Montaje con el logo de Agencia Tributaria y José Bescós Cano, inspector de Hacienda.
José Bescós Cano, inspector de Hacienda: “Financiamos con ingresos públicos gastos que son privados”
Muchas personas buscan vías para pagar menos impuestos, acción que en gran parte está motivada por un descontento social con la gestión de los mismos.
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La lucha contra el fraude fiscal es una de las grandes motivaciones de Hacienda y, para ello, se han elaborado planes y estrategias que permitan acabar con esta ilegalidad.
No obstante, José Bescós Cano, inspector de Hacienda, escribió en el blog ‘No sólo Impuestos. Un blog de Inspectores de Hacienda del Estado (IHE)’ sobre los factores que motivan el fraude fiscal, entre los que destaca una estructura fiscal compleja y percibida como injusta, la escasez de medios y una mala gestión del gasto público.
En este sentido, explicó el inspector fiscal que la Agencia Tributaria ni la Inspección de Trabajo tienen los recursos para acabar con la economía sumergida. A esto se suma que la mala gestión del gasto público, según el experto, es una de las principales causas del fraude fiscal.
La mala gestión del gasto público
Bescós Cano hizo especial hincapié en el gasto público y en la mala gestión del mismo: “Me atrevería a decir que el descontento social con este asunto es el motivo que más influye en nuestro país para que defraude la gente”.
En este sentido, decidió ilustrar su declaración con un ejemplo. Contó que en 2007, en Dinamarca, el Gobierno intentó reducir los impuestos para reactivar la economía. En respuesta a esto, los daneses se manifestaron contra la medida, ya que pensaban que esto deterioraría la calidad de sus servicios públicos: “¿Creen ustedes que sería posible en España una manifestación masiva en contra de que nos bajaran los impuestos? Impensable”, planteó.
Así, explicó que la realidad es que “aquí no estamos tan satisfechos como los daneses con la manera en que se gasta el dinero público. Denunciamos corrupción, despilfarro, duplicidades de gasto, falta de coordinación entre las administraciones estatal, autonómica y local…”.
En general, concluyó el inspector que los españoles deciden evadir impuestos porque consideran, y están hartos, de que sus impuestos se ‘gasten tanto y tan mal’.
Impuestos y gasto público, dos caras de la misma moneda
Bescós Cano consideró que “los impuestos y el gasto público son dos caras de esa misma moneda que se llama fraude fiscal y, en consecuencia, es difícil combatirlo si no se pone orden en ambos conceptos conjuntamente”.
Sobre ‘poner orden’, el inspector fiscal decidió hablar sobre un ‘vicio presupuestario’ que le ha generado cierta preocupación, ya que no suele ser muy notorio.
En este sentido, explicó que: “Cada vez más, estamos financiando con ingresos públicos gastos que deberían ser privados. Una idea esencial de los sistemas fiscales y presupuestarios es que el dinero público está para financiar las cosas públicas, y no aquellas que corresponden al sector privado (familias y empresas), salvo excepciones obvias”.
Para justificar su punto, ofreció varios ejemplos. El primero consistía en que, por supuesto, nadie se opone a que los impuestos sean utilizados para mejorar las calles, restaurar patrimonio histórico o construir una rotonda. Preguntó el inspector: “¿Pero deben concederse subvenciones y deducciones fiscales para que un vecino rehabilite su vivienda?”.
En su segundo ejemplo habló de los coches eléctricos, explicando que las ayudas que se suelen ofrecer por la compra de estos vehículos vienen del Estado y, por ende, de los impuestos: “¿Pero deben darse ayudas a los particulares para comprar esos vehículos?”.
El tercer ejemplo se centró en las ayudas a las empresas por innovación, haciendo referencia a que está bien que sean dadas a instituciones públicas: “¿Pero debe haber subvenciones y deducciones fiscales para la I+D+i de las empresas privadas?”.
Bescós Cano explicó su postura diciendo que, si España fuese un país rico ‘donde los servicios públicos básicos funcionaran perfectamente’, este tipo de ayudas a entes privados tendría sentido.
No obstante, este no es el caso, ya que “la calidad de la sanidad pública y la educación todavía es deficiente, y se avecina un panorama oscuro para el sostenimiento de las pensiones. Deberíamos plantear un consenso sobre las prioridades de gasto”, concretó.
“Guste o no guste, este debate vamos a tener que abrirlo en algún momento, más pronto que tarde, renunciando a gastos que, o son cuestionables, o no son prioritarios”, continuó el inspector de Hacienda, aprovechando también para explicar que otro error que se suele cometer es pensar que ‘todos los problemas se solucionan con dinero’.
Por último, espetó que “un país prospera cuando consigue poner orden en medio del caos: orden en su mercado laboral, orden en su gasto público y orden en su sistema tributario, inculcando honradez en el pago de los impuestos”.