Milena Busquets. Foto: Gregori Civera.

Milena Busquets. Foto: Gregori Civera.

Novela

‘La dulce existencia’: Milena Busquets convierte el rodaje de su primera novela en una meditación sobre la felicidad

La autora reflexiona con ironía y ligereza sobre el amor y la memoria, a partir de la reciente adaptación cinematográfica de 'Todo esto pasará', dirigida por María Ripoll. 

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Pocos años después de la muerte de la escritora y editora Esther Tusquets, su hija Milena Busquets (Barcelona, 1972) publicó una emotiva conversación entre ambas, También esto pasará, que ofrece una densa recapitulación vital. Varias productoras de cine se interesaron por llevar a la pantalla esa franca y desgarrada “embestida de la ausencia” que había tenido enorme éxito. Un decenio más tarde se ha llevado al cine la novela y Busquets aprovecha esta experiencia como trama de La dulce existencia.

La dulce existencia

Milena Busquets 

Anagrama, 2025. 105 páginas. 16,90 €

La propia Busquets declara que tiene el propósito de convertir esta mínima anécdota en un libro, ceñido a esa pequeña y trivial materia. Tras ponerse en contacto con ella María Ripoll, directora de la película, asiste a los preparativos y rodaje de un guion que no se ha molestado en conocer. De todos modos, averigua intríngulis de la producción y opina sobre los actores, a quienes trata y con los que comparte mesa y mantel.

Este contenido tiene un cierto interés anecdótico –si bien a mucha distancia, por ejemplo, de la valía de las experiencias como director referidas por Manuel Gutiérrez Aragón– y puebla el leve argumento con una atractiva fauna humana que produce gran sensación de veracidad, amén de un tono familiar al hacerse acompañar la autora de su hijo Héctor. También demuestra buena mano en algo que suele evitar, las descripciones, que aquí vuelca en un casi costumbrista y sentido retrato del ambiente de Cadaqués, escenario principal de la película.

Pero todo ello resulta un trampantojo porque enseguida se ve que a Busquets le importa muy poco la película. Le importa colocarse ella misma en el foco de unas escuetas peripecias para reflexionar sobre la vida y deducir algunas conclusiones. Este propósito no queda en un plano solo insinuado porque abiertamente confiesa su desconcierto mental a partir de dicha novela: estaba escindida entre la escritora profesional que se mataba por una frase, la escritora pública que pensaba que nunca más volvería a escribir y la mujer normal que seguía con su vida libre, a veces muy feliz y a veces muy desgraciada.

Este bucle de sentimientos se reaviva con el rodaje y al hilo de tales jornadas brotan de una mente cavilosa el abanico de querencias, sentimientos y perplejidades que traman la vida de muchas personas: el amor, el deseo, la amistad, el trabajo, la familia, el egocentrismo de los escritores, los hombres, o el gran motivo soterrado de siempre en Busquets, las complicadas relaciones con los demás y con el círculo de los suyos.

Aunque obra menor, este libro tiene mayor espesor del que aparenta. Es una proclamación a favor de la felicidad

Busquets transforma la base real de estos aspectos en materia literaria. A alguno le agrega una dimensión simbólica: Cadaqués pasa a ser el País de Nunca Jamás. Otros se integran en la sustancia narrativa. Reconoce que también ha interpretado diversos papeles en la vida, como los actores. Advierte que fue una niña desconcertada. Y explica que a su edad actual sigue soñando cosas, aunque sin grandes esperanzas de que se cumplan.

En el mundo común se cuela, por otra parte, la débil frontera de la realidad y de la ficción, que es, dice Busquets, justo la desiderata del libro. Ambas, explica, mantienen una lucha encarnizada y los humanos necesitamos mezclarlas para sobrevivir, al igual que necesitamos de la fantasía para luchar contra el tiempo. Todo, pues, motivos literarios.

Aunque obra menor, La dulce existencia tiene mayor espesor del que aparenta. El libro lanza una auténtica proclamación vitalista y a favor de la felicidad. Así, la mera anécdota del rodaje camufla un discurso un tanto filosófico, sencillo, directo, nada discursivo y sin enojosas pretensiones doctrinales.