Misa cerca del campo de concentración de Lavacolla.

Misa cerca del campo de concentración de Lavacolla. Incipit-CSIC

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Las huellas del franquismo en Galicia: cuando Lavacolla fue un campo de concentración

Entre 1939 y 1945, Lavacolla fue uno de los principales campos de concentración franquistas de Galicia, donde cientos de represaliados fueron explotados como esclavos

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Antes del golpe de Estado de julio de 1936, Santiago era una ciudad como cualquier otra. Seguía las dinámicas políticas de la Segunda República, contaba con una frenética actividad cultural y estaba formada por organismos democráticos. Sin embargo, el alzamiento cortó de cuajo esta normalidad. 

La sublevación militar triunfó rápidamente en Santiago. En cuestión de días, las tropas sublevadas, apoyadas por la Guardia Civil y por milicias de derechas, tomaron el control de la ciudad. Se produjeron detenciones, desapariciones y ejecuciones que marcaron el inicio de una nueva etapa en la vida de la capital gallega. 

Durante la Guerra Civil y los primeros años del franquismo, Santiago pasó a ser una ciudad al servicio del bando nacional. Así, se habilitaron diversos espacios de reclusión. Uno de ellos fue el antiguo cuartel de Santa Isabel, que fue acondicionado como cárcel por los propios presos. Su funcionamiento fue breve, pues cerró ese mismo año.

Además, entre 1939 y 1940 se estableció un campo de concentración en Lavacolla, parroquia conocida ahora por albergar el aeropuerto de la ciudad. En ese momento, el lugar acogió a presos políticos republicanos, que fueron utilizados como mano de obra forzada para la construcción de infraestructuras, entre ellas el propio aeropuerto.  

El destino de los reclusos fue desigual. Algunos fueron puestos en libertad entre 1939 y 1940; otros fueron trasladados a batallones de trabajadores o campos de concentración en otras partes del país; y, para muchos, el destino final fue la muerte. 

Los campos de concentración franquistas 

Tras el golpe de Estado de 1936, el régimen franquista no tardó en organizar un sistema de campos de concentración para la detención y explotación de los vencidos. A diferencia de lo ocurrido en la Alemania nazi, donde los campos se asociaron principalmente al exterminio, en el caso español estos estuvieron destinados al castigo y utilización de la mano de obra forzada

Desde el inicio de la guerra, el bando sublevado comenzó a crear estos centros. En julio de 1937, se formalizó esta estrategia con la creación de la Inspección Central de Campos de Prisioneros (ICCP), un organismo destinado a coordinar y aprovechar el trabajo de los reclusos.  

Se trataba de una red de campos donde se detenía a prisioneros sin juicio, en condiciones precarias y al margen del derecho internacional, ya que el régimen no los reconocía como prisioneros de guerra, sino como "forajidos" o "rebeldes".

Llegada de reclusos al campo de concentración de Luarca.

Llegada de reclusos al campo de concentración de Luarca. Biblioteca Nacional de España

Entre 1936 y finales de los años 60, en España llegaron a funcionar cerca de 300 campos de concentración franquistas. Aunque la mayoría fueron desmantelados en 1947, el uso de presos políticos como mano de obra esclava se mantuvo activo durante décadas. Entre ellos se apresaba a combatientes republicanos, pero también a maestros, periodistas, sindicalistas o simples simpatizantes de la República.  

La comunidad autónoma con mayor número de campos fue Andalucía, pero su presencia fue generalizada en todo el país. En Galicia se documentan al menos 11, ubicados en localidades como Cedeira, Ferrol, Betanzos, A Pobra o Rianxo, entre otras. Uno de los más destacados fue el de Lavacolla, donde los presos contribuyeron a la construcción del aeropuerto compostelano. 

El campo de concentración de Lavacolla 

El de Lavacolla fue en Galicia el campo que concentró al mayor número de prisioneros. Entre 2.000 y 3.000 hombres pasaron por sus instalaciones entre 1939 y 1945. Se instaló en unas viejas naves cercanas al actual aeropuerto y las condiciones de vida eran extremadamente precarias.  

Masificación, escasez de alimentos, falta de higiene y largas jornadas de trabajo. Tanta era la precariedad que, incluso desde dentro del aparato franquista, se emitieron informes críticos sobre la situación y la insalubridad del lugar.

El campo comenzó a funcionar en marzo de 1939 y cerró oficialmente en noviembre del mismo año. Sin embargo, los trabajos forzados continuaron durante más de una década, hasta que terminó la construcción del aeropuerto. Para ello, además de prisioneros políticos, se recurrió a la población civil.  

Prisioneros del campo de concentración de la plaza de toros de Santander.

Prisioneros del campo de concentración de la plaza de toros de Santander. Biblioteca Nacional de España

Se exigía la presencia de 30 hombres por municipio, entre los 18 y los 45 años y por sueldos muy bajos, entre 2 y 2,5 pesetas al día (1 y 1,5 céntimos). Muchos vecinos se negaron, así que se establecieron turnos forzosos de trabajo.  

El trabajo de todos ellos dio lugar al actual aeropuerto Santiago-Rosalía de Castro, aunque no fue un caso único. Tanto el Obispado de Ourense como el Pazo de Adai en Lugo fueron otras de las obras que Franco encomendó a presos políticos

Qué es del campo de concentración de Lavacolla en la actualidad

En la actualidad, el único rastro de la huella que dejaron los miles de hombres que pasaron por el campo de concentración de Lavacolla es un monolito colocado en 2006 para honrar su memoria.  

El lugar donde estuvo ubicado el campo ha cambiado completamente. De las viejas naves en ruinas no queda nada visible. En esa misma zona, hay hoy un hostal y un restaurante, además de uno de los antiguos barracones del campo. Este no cuenta con ninguna señalización que lo identifique como tal y ha llegado, incluso, a ponerse a la venta en portales inmobiliarios como Idealista.  

La falta de señalización, de conservación de restos y de iniciativas públicas para explicar y divulgar el pasado del campo contribuyen a que muchos visitantes, e incluso vecinos de Santiago, desconozcan que en ese lugar existió uno de los centros más importantes del franquismo en Galicia.