
Casco de Leiro. https://es.wikipedia.org
Nadie sabe quién lo hizo ni por qué, pero el mar de Galicia lo guardó durante 3.000 años: el Casco de Leiro
La historia de un hallazgo en Rianxo al que nadie todavía ha encontrado explicación y que muestra que Galicia estaba muy avanzada en la Edad de Bronce
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En 1963, unos obreros que trabajaban en una acequia de Villena, Alicante, desenterraron un conjunto de piezas de oro que parecía salido de un cuento: 66 objetos de oro puro cuidadosamente dispuestos como si esperasen a ser hallados. Aquel conjunto prehistórico, compuesto por cántaros, brazaletes, cuencos y espadas, pasó a la historia como el Tesoro de Villena y es uno de los mayores hallazgos de oro prehistórico de toda Europa. Más de 10 kilos de historia encerrados bajo tierra cuyo origen sigue envuelto en las sombras, ya que nadie sabe si fue un ajuar funerario, una ofrenda o el escondite olvidado de un noble olvidado. Lo cierto es que su hallazgo cambió lo que sabíamos sobre la Edad del Bronce en la Península Ibérica, pero Villena no fue el único lugar de España que escondía oro milenario con un fin desconocido. En las costas gallegas del océano Atlántico, el mar también custodiaba un secreto, un objeto solitario, una sola joya de oro macizo con tanta fuerza simbólica que sigue fascinando a arqueólogos e historiadores y que cuenta una historia olvidada de más de 3.000 años: el casco de Leiro.

Tesoro de Villena. https://es.wikipedia.org
La playa de O Rial, en la parroquia de Leiro, Rianxo, no es una playa cualquiera, está situada justo en el estrechamiento de la ría de Arousa, en el punto donde el estuario se convierte en el río Ulla, una de las rutas fluviales más antiguas y estratégicas de Galicia, ya que por allí navegaron los romanos, los vikingos que saquearon Santiago y, según la leyenda, hasta el mismísimo Apóstol.
Justo en esa playa, en 1976, el pescador José Vicente Somoza intentaba construir un cobertizo para su barca. Al cavar entre las rocas del lugar llamado Curruncho dos Porcos, su pala chocó contra una vasija. Dentro, había algo que el mar había guardado durante más de tres mil años: un objeto de oro repujado, brillante y enigmático.

Casco de Leiro. https://www.obaixoulla.gal
Aquel marinero no era arqueólogo, no tenía estudios universitarios ni conocía los paralelismos entre los cuencos de Axtroki o el oro de Villena, pero supo reconocer el valor de lo que tenía entre manos.
Podía haberlo vendido, fundirlo o esconderlo, pero no lo hizo, sino que fue al ayuntamiento y notificó el hallazgo, cumpliendo con una honestidad que hoy parece de otra época. Gracias a ese gesto, el Casco de Leiro no se perdió ni acabó en una vitrina privada de Londres, Berlín o Nueva York, sino que está donde debe estar, en Galicia, en un museo público, al alcance de todos.

Museo Arqueológico del Castillo de San Antón.
El objeto, de forma semiesférica y 270 gramos de peso, está ricamente decorado con círculos concéntricos, molduras paralelas, pequeñas protuberancias y una especie de apéndice en la parte superior. Fue elaborado a partir de una sola lámina de oro y no hay otro igual en Galicia.
Desde su hallazgo, el debate ha sido constante. Algunos afirman que es un casco ceremonial, otros que se trata de cuenco ritual, y no faltó quien llegó a imaginarlo como una corona. Lo cierto es que su forma no parece práctica para la guerra, ya que no tiene refuerzos y no se adapta bien a la cabeza, por lo que no parece funcional.

Casco de Leiro en el Museo Arqueológico del Castillo de San Antón.
Pero, entonces, ¿para qué se fabricó? Cada vez más expertos lo consideran un objeto simbólico, un artefacto ritual que pudo servir en ceremonias religiosas. Su decoración recuerda al lenguaje del sol y las estrellas y su ubicación, enterrado frente al mar, dentro de una vasija de arcilla, parece intencionada, como si alguien hubiese querido sellar un pacto con los dioses, así que tal vez no lo escondieron, sino que quizá fue una ofrenda.
Durante años se consideró un hallazgo solitario pero, con el tiempo, los arqueólogos descubrieron que esta zona está plagada de evidencias prehistóricas: necrópolis, armas, petroglifos, rutas fluviales… En el mismo lugar en el que apareció el casco se encontró un conjunto de cinco puñales y una alabarda; en rocas cercanas, figuras humanas grabadas con los brazos alzados; y en las aguas del río Ulla, se han hallado espadas y lanzas de la Edad del Bronce durante trabajos de dragado recientes.

Espadas recuperadas en el dragado del río Ulla, entre Catoira y Pontecesures. Museo Arqueológico de Pontevedra
Así que todas las evidencias apuntan a lo mismo: el área de Rianxo y el estuario del Ulla no eran un rincón perdido, sino un centro neurálgico de circulación, poder y simbolismo.
Por eso se cree que el Casco de Leiro no es un objeto olvidado en una playa, sino parte de una red, de un mapa de conexiones atlánticas que unía Galicia con Europa y el Mediterráneo hace más de 3.000 años.

Tesoro de Caldas. https://es.wikipedia.org
Pero, ¿qué es? Aunque no lo sabemos con seguridad, los expertos creen que el casco fue enterrado cuando ya había cumplido su función. Su apéndice superior, posiblemente usado para sujetarlo o exponerlo, estaba inutilizado, y su brillo estaba cubierto por sedimentos rojos.
El casco fue envuelto y sellado, pero no como algo que se iba a utilizar, sino como algo que se iba a enterrar. Quizá un regalo a los dioses, un símbolo de autoridad escondido por seguridad, un objeto destinado a cruzar el mar…

Casco de Leiro en el Museo Arqueológico del Castillo de San Antón.
El arqueólogo alemán Armbruster y la doctora Comendador Rey, que años después estudiaron el casco en profundidad, agradecieron a aquel pescador de Rianxo su honestidad, su valor y su testimonio, porque con su acción regaló a Galicia parte de su historia.
En la actualidad, el Casco de Leiro se exhibe en el Museo Arqueológico del Castillo de San Antón, en A Coruña, donde sigue brillando sin dar respuestas. No es el objeto más espectacular, ni el más conocido, ni el más mediático, pero es uno de los más cargados de significado, porque habla de una Galicia ancestral, conectada, orgullosa y creativa, una Galicia que ya sabía trabajar el oro mientras el resto de Europa aún despertaba del Neolítico.

Casco de Leiro en el Museo Arqueológico del Castillo de San Antón.
Y, sobre todo, una Galicia que nunca fue periférica, sino central en su propio mundo. Ahora solo falta creérnoslo…
Por cierto, si queréis disfrutar de este magnífico tesoro sin moveros de casa, aquí tenéis una maravillosa recreación interactiva en 3d.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
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Referencias:
es.wikipedia.org
elespanol.com/quincemil
lavozdegalicia.es
labrujulaverde.com
turismo.gal
historiadegalicia.gal
catedradearqueoloxia.com
beacomendador.webs.uvigo.es
thevintagenews.com
obaixoulla.gal
elcorreogallego.es